Nací antes de ser consciente, cuando el viento me arrastró, sin piedad, hacia una avenida de farolas orgánicas, de deseos desconocidos que nacían entre el asfalto y la cuadrícula de la ciudad. Tu que no eras y tu que no estabas. Tu que abrías un reloj desconocido, sin tiempo y sin reloj, y que desde un ahora, muy grande, esparcido hacia el final de la avenida, principio de esa nada plena e inmensa que siempre aguarda, que siempre es, y siempre está mas allá del ahora, me traes a estas letras, a este túnel de luz donde abandonamos las cuentas, los escombros, los valores y lo explicado: vuelta al origen y nacer, tres sillones de piedra y una cabina de piedra, unos semáforos y un paseo…
¿Quien nace? ¿Quien es el tiempo? ¿Dónde va aquel espanto?... Las palabras se fueron. La explicación cayó en un laberinto de cortesías y formalidades: vino silencioso el hogar.
muy bueno !!!!!
ResponderEliminarNunca se ha descubierto.
ResponderEliminarun abrazo