lunes, 4 de abril de 2011

Un santuario


Encontré este pueblo, cual si fuera un regalo de  los dioses. A menudo creo que este tipo de hallazgos deben ser consecuencia de  nuestros comportamientos y que a su vez deben ser gratos a los dioses, y por ello acaban concediéndonos esas situaciones significativos para nuestro tránsito por la tierra. Quizás esta idea no sea más que una burbuja de muchas explicaciones filosóficas viejas y no tengamos más remedio que entrar en el carril del materialismo y escepticismo ideológico dominante.... Quizás todo sean maneras de utilizar la mente y la realidad sea otra.....
Pero el pueblo -ya iré poniendo imágenes- y la casa donde vivo,  están regalándome un cambio significativo en la forma de vida.  Ya no tenemos nombre propio; antiguamente era una villa rica, alla por los albores del primer milenio, con su castillo y su iglesia románica, pero hoy está integrada a otro municipio. Diez casas, todas del siglo XVIII. Tres de ellas ocupadas en permanencia. Dos en temporada. El resto cerradas por un amigo de la cultura tradicional que no quiso que este pueblo entrase en la rueda del mercado turístico. Así, hoy, podemos saborear una realidad urbanística que difícilmente podemos encontrar en otro lugar. Gracias por tan privilegiado regalo.

Amanece


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Anochece






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