lunes, 28 de mayo de 2012

"Mente zen...."


Para los estudiantes de Zen hasta la maleza es un tesoro.


Hay un poema Zen que dice así: "Después que el viento deja de soplar, veo una flor que cae. Por el pájaro que canta percibo la calma de la montaña". Hasta que algo no viene a perturbarla, no percibimos la calma. Sólo cuando surge una perturbación en ella, solemos descubrir la calma. Según un refrán japonés, "para la luna hay la nube; para la flor, el viento". Cuando vemos una parte de la luna cubierta por las nubes o por un árbol o cualquier maleza, nos damos mejor cuenta de lo redonda que es. Pero cuando vemos la luna clara, sin nada que la cubra, no percibimos su redondez de la misma manera que al verla a través de cualquier otra cosa.

Cuando practicamos el zazén, la mente se halla en completa calma. No se siente nada. Simplemente, uno se sienta. Pero esa calma que proviene del estar sentado, lo alienta a uno en la vida cotidiana. Así, pues, es como uno halla el valor que tiene el Zen en la vida cotidiana, y no sólo cuando se está sentado. Pero eso no significa que se ha de descuidar el zazén. Aun cuando no se sienta nada al estar sentado, si no se tiene esta experiencia del zazén, no se puede lograr nada. Lo que se logra es únicamente maleza o árboles o nubes en la vida diaria, pero no se ve la luna. Por eso uno siempre se está quejando de algo. Pero la maleza, que para la mayoría es un obstáculo inútil, para los estudiantes de Zen es un tesoro. Con esta actitud, hágase lo que se hiciere, la vida se convierte en un arte.

Cuando se practica el zazén, no se debe tratar de alcanzar nada. Uno debe, simplemente, sentarse con completa calma de la mente y no contar con nada. Se ha de mantener el cuerpo derecho sin inclinarse y sin apoyarse en nada. Mantener el cuerpo derecho significa no contar con nada. De este modo, se obtendrá una completa calma física y mental. Pero en el zazén, apoyarse en algo o tratar de hacer algo es dualista y no es calma completa.En nuestra vida cotidiana, generalmente estamos siempre intentando hacer algo, intentando transformar algo en alguna otra cosa, o intentando lograr algo. Este intento ya es, de por sí, una expresión de nuestra verdadera naturaleza. El significado reside en el esfuerzo mismo. Debemos determinar el significado de nuestro esfuerzo antes de lograr algo. Dogen decía: "Debemos lograr la iluminación antes de lograr la iluminación". No es después de haber logrado la iluminación cuando comprendemos su verdadero significado. La intención de hacer algo es de por sí la iluminación. Cuando sufrimos una dificultad o una desgracia, allí tenemos iluminación. Cuando estamos rodeados de impureza, debemos tener serenidad. Por lo regular, vivir la vida evanescente resulta muy difícil pero, sólo dentro de la fugacidad de la vida, podemos encontrar la dicha de la vida eterna.

Continuando la práctica con esta clase de comprensión, uno puede mejorarse a sí mismo. Pero si se trata de alcanzar algo sin esta comprensión, no es posible aplicarse correctamente. Se pierde uno mismo en la lucha por su meta; no se logra nada; sólo se continúa sufriendo las dificultades. Pero con la comprensión correcta es posible progresar algo. Entonces lo que se haga, aun cuando no sea perfecto, estará basado en la naturaleza más íntima y poco a poco se irá logrando algo.

¿Qué es más importante: alcanzar la iluminación o alcanzar la iluminación antes de alcanzar la iluminación? ¿Ganar un millón de dólares o disfrutar la vida en el esfuerzo, poco a poco, aunque sea imposible ganar ese millón? ¿Tener éxito o encontrar algún sentido en el esfuerzo por lograr ese éxito? El que no sabe la respuesta no será capaz de practicar el zazén, pero si la sabe, habrá encontrado el verdadero tesoro de la vida.


"Mente Zen, Mente de Principiante" . Shunryu Suzuki

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